Los abogados jóvenes llevamos años ejerciendo, creando despachos, asumiendo casos complejos y tomando decisiones difíciles sobre nuestros clientes. Sobre todo, innovando en la forma de ejercer. Hemos cambiado la manera de comunicar, de entender la abogacía y de relacionarnos con quienes confían en nosotros. Los abogados jóvenes, por tanto, somos presente.

La abogacía joven se preocupa por debates que antes no existían en la profesión: las redes sociales, el marketing, el emprendimiento jurídico o la cada vez más presente inteligencia artificial. Todos estos retos no son del futuro, sino del presente.

Por eso es fundamental que también estemos dentro del Colegio: participando en secciones, asistiendo a las actividades, proponiendo ideas y debatiéndolas.
El Colegio no puede ser para nosotros una institución lejana, sino nuestra casa profesional. De nuestra implicación depende que siga siendo útil, moderna y cercana.

Vivir el Colegio no es solo asistir a actos o jornadas. Es sentir que formas parte de algo más grande que tu propio despacho. Es tener un lugar donde apoyarte, compartir experiencias y encontrar compañeros que están pasando por lo mismo que tú.

Porque la abogacía puede ser una profesión individualista, pero no tiene por qué ser solitaria. Cuando uno participa, descubre que detrás de las togas hay compañerismo y oportunidades reales de crecer.