Fue defensa central en el Real Zaragoza y no sólo eso, fue también jugador de la selección española en varias categorías.
Fue defensa central en el Real Zaragoza y no sólo eso, fue también jugador de la selección española en varias categorías.
Llegar a jugar en el club de tus sueños es una meta que muy pocos consiguen. Raúl Goni Bayo lo consiguió
Una carrera más que prometedora que se vio truncada por las lesiones que comenzaron con apenas 20 años, en el debut que hizo con la selección sub-21 y que le obligó en 2017, con 28 años, a colgar las botas. Fue entonces cuando su otra pasión, la Abogacía, se impuso y comenzó a ejercer una profesión para la que se había preparado compaginándolo con el fútbol.
¿De dónde le viene la pasión del fútbol y de la Abogacía?
Por la Abogacía es fácil, porque mis padres son abogados así que es algo que has vivido en casa. Desde pequeño he visto a mis padres yendo al despacho, a los juicios, etc. Ha sido una profesión que he vivido desde niño. Y mi pasión por el fútbol viene también desde muy pequeño, siempre me gustó mucho y era un gran aficionado del Real Zaragoza.
Empecé a jugar al fútbol y como se me daba medio bien, me fichó el Real Zaragoza cuando tenía la categoría de Infantiles, pasé por Alevín y poco a poco fui escalando. Llegué a ser internacional con la selección española sub-17, sub-19 y sub-21 y así llegué al primer equipo.
Es cierto que mi carrera deportiva fue muy corta. Debuté con el primer equipo del Real Zaragoza en octubre de 2007 y en la temporada 2008-2009 ascendimos de nuevo a Primera División. En esa temporada, en un partido de la sub-21 en Cartagena contra Noruega tuve una lesión muy importante de ligamentos en la rodilla y en la operación ya vieron que tenía otros problemas asociados. Era muy joven, tenía 20 años.
Y a partir de ahí jugué en Segunda División, salí cedido al Cartagena, jugué en el Real Madrid Castilla y en el mercado invernal de 2013 fui al Sabadell. Antes de Semana Santa me hice una desinserción del aductor y no pude jugar en toda la temporada. Y ya recuperado, fuimos a Japón a hacer la pretemporada 2013-2014 y jugando contra el Tokyo Football Club me rompí el ligamento que me lesioné cuatro años antes. De ahí ya fue complicado recuperarme.
A todo esto, mientras estabas jugando como futbolista profesional, estabas también sacándote el grado de Derecho.
En ese momento estaba terminando Derecho. La verdad es que siempre había sido buen estudiante y quería sacarme la carrera. Con los parones a los que me obligaban las lesiones tenía tiempo para poder estudiar. De hecho, estudié en la Universidad de Zaragoza, cuando estaba en Madrid, iba y venía y cuando estuve el Cartagena hice un año en la UNED porque era complicado venir a Zaragoza a hacer los exámenes.
Terminé la Universidad casi cuando terminé mi carrera deportiva, en 2017 ya me incorporé al despacho y hasta hoy.
Tiene que ser un sueño para un aragonés, zaragozano y aficionado al fútbol desde niño llegar a jugar en el Real Zaragoza…
Sí, desde luego. Cuando de críos íbamos a la Romareda de recogepelotas y veías al primer equipo, siempre imaginas poder estar ahí. Para mí fue un sueño hecho realidad y además en una época en la que el Real Zaragoza era muy diferente a lo que es ahora.
Por las circunstancias del club, sobre todo económicas, las puertas están ahora más abiertas, antes era muy difícil entrar. Cuando llego al primer equipo, en ese último ascenso de Segunda a Primera, estábamos muy pocos de la cantera. Estaba Ander Herrera, todo el mundo sabe la carrera deportiva que ha hecho. Entonces las puertas del cielo estaban más cerradas. Ahora se ha naturalizado mucho más y se cuenta con más jugadores de la cantera que en mi época. Hubo muchos que no llegaron al primer equipo y que podrían haber llegado.
¿Y cómo recuerdas esos años que estabas jugando ahí en el Real Zaragoza?
Ahora con nostalgia. Desde luego que vivía mucho mejor de futbolista que de abogado no tengas ninguna duda (risas). Vivía mejor porque al final es diferente el espacio, todo aquel que se dedique a esta profesión de la abogacía sabe lo que es llevarse el trabajo a casa, problemas constantes, al final eres casi un solucionador de problemas y hay que llevarlo. El fútbol es totalmente diferente, no hay comparación, por eso lo recuerdo con nostalgia.
Si hablamos de deporte, hablamos de valores ¿todo ese aprendizaje te ha servido a la hora de ejercer ahora la abogacía?
Si en el sentido de la disciplina, de la constancia que es muy importante en el deporte. El deporte es necesario para la vida en general, pero yo no haría la comparativa con ejercer la abogacía.
Antes nos decías que también has estado jugando con la selección española en varias categorías, ¿cambia mucho el jugar en un equipo de primera como era el Real Zaragoza, a jugar con la selección española?
Sí, porque al final juegas con chavales de tu edad que vienen con tu misma situación, con tu misma emoción y además es un orgullo que te seleccionen entre todos los jugadores de tu país. Es como la selección de la selección, si ya llegar es difícil a un equipo profesional, ir convocado con la sub-21 es algo extraordinario, es muy bonito y luego son recuerdos imborrables de los viajes y de la experiencia.
Te quedas con anécdotas que van más allá del fútbol. Por ejemplo, recuerdo que fui con la sub-19 a un torneo, creo que, de un pre-europeo, no recuerdo bien, y fuimos al campo de concentración de Mauthausen. Esa experiencia se me quedó grabada. Al final siempre quedan muchas anécdotas y amistades que se van forjando, sobre todo porque se comparten momentos muy tensos. Al final, el fútbol también tiene momentos estresantes, aunque a veces nos olvidamos de ello.
Las convivencias en las pre-temporadas son muy duras porque estás mañana, tarde y noche compartiendo todo y al final te genera unos vínculos muy fuertes. De hecho, alguno de mis mejores amigos de ahora son con quienes jugaba al fútbol de juveniles, incluso antes.
¿Y sigues todavía vinculado al mundo del fútbol?
Mi vinculación ahora con el fútbol viene a través de las colaboraciones puntuales que hago con Aragón Radio y Aragón Televisión. Como jugador y entrenador de base es algo que te mantiene unido a otros compañeros y vives el fútbol y el Real Zaragoza de otra manera.
Cuando me retiré estuve de entrenador del grupo de alevines de un club de Zaragoza, y luego llevé a los alevines del Real Zaragoza, un par de años, hasta que llegó la pandemia en 2020 y se cortó la temporada. Además, ya tenía un niño y fui padre de gemelas. Así que el tiempo era más limitado, y entrenar a un equipo del Real Zaragoza, aunque sean los alevines, conlleva mucho tiempo y esfuerzo.