Si hoy Colegios y Consejos trabajamos más unidos que nunca en propósitos y desafíos compartidos – como acabamos de hacer en Jerez en nuestras Jornadas de Juntas de Gobierno – es porque Carlos entendió que no hay manera más inteligente de hacerlo, como bien demostró liderando nada menos que 4 Jornadas de Juntas y 4 Congresos Nacionales de la Abogacía.
Porque creía en ello, se multiplicó para exigir respeto y dignidad para la abogacía del Turno de Oficio, verdadero orgullo de nuestra profesión y de nuestra democracia. No dejó de reclamar lo que, por desgracia, sigue siendo una urgencia, la mejora de sus condiciones. Y no dejó de trabajar para poner a su disposición herramientas de gestión útiles e indispensables, como el Expediente Electrónico de Justicia Gratuita o nuestro Informe del Observatorio de Justicia Gratuita, que en julio de este año sumará 19 ediciones acercándonos a la realidad de un servicio que, pese a todo, se presta con los más elevados estándares de calidad y excelencia.
Carlos llevó a la Abogacía Española a una nueva dimensión en cuanto a desafíos, llámense formativos, deontológicos o europeístas. Y demostró con su palabra y ejemplo que la defensa de los derechos humanos, la protección de los más vulnerables no puede ser nunca retórica, gaseosa o equidistante, sino justo lo contrario: activa, valiente y comprometida. Exactamente como él se implicó, impulsando nuestra Fundación Abogacía Española y Derechos Humanos, las Aulas de DDHH o los Congresos de DDHH con los que, junto a nuestros Premios DDHH que también creó, cerramos cada año nuestros ciclos formativos.
“Un solo hombre basta para que haya época”
escribe Andrés Trapiello en uno de sus diarios. Y Carlos Carnicer, su legado y su mirada, construyó y marcó una época inolvidable en nuestra propia historia.
Por eso, nada más y nada menos que por eso, le estaremos eternamente agradecidos.