Carlos Carnicer, en su memoria
Texto: Victoria Ortega, expresidenta del Consejo General de la Abogacía.

Hace ya algo más de tres meses, fue el cinco de abril, y todavía siento la dificultad, creo que muchas veces la imposibilidad, de hablar en pasado de Carlos. Siento, por el contrario, continuamente, la necesidad de plantearme qué pensaría Carlos de muchas cosas que surgen en el día a día; y creo que acierto cada vez que intuyo sus palabras. Pero insisto, me cuesta hablar en pasado. Por eso prefiero hablar de lo que nos queda. Lo hice en público en Madrid, en Unión Profesional; hoy os lo transmito aquí.

UN HOMBRE JUSTO

 

Víctor Hugo, en el siglo XIX en la novela Los Miserables, un relato épico de la lucha entre el bien y el mal, sobre el conflicto entre la ley y la ética, afirmaba: “ser bueno es fácil; o difícil es ser justo”. Carlos tenía un concepto tan asumido y tan interiorizado de la justicia, que podría hacernos pensar que se trata de un concepto cómodo, asequible y natural, que se ha repartido de manera equitativa entre todos y que nos llega a todos por igual.

 

Pero sabemos que esto no es así, ser justo es una tarea ardua y compleja; quienes tuvimos el privilegio de trabajar con él recordamos como su visión de la justicia era total e integradora. Cada decisión que tomaba, cada proyecto que diseñaba cumplía esa premisa fundamental y la cumplía desde el razonamiento puro, desde la razón como criterio para discernir lo verdadero de lo falso, el bien del mal.

UN HOMBRE BUENO

 

Aunque para Víctor Hugo ser bueno fuese cosa fácil y la bonhomía pueda parecer una característica secundaria en un cargo institucional, no puedo olvidar su enorme calidad humana.

 

Defendió siempre los Derechos humanos. Sin límite. Pero lo hizo desde lo cotidiano porque siempre consideró que esa defensa forma parte de la esencia misma del ser humano; y no lo hizo por oportunismo sino desde la más íntima convicción. Lo llevaba en la sangre y nos lo transmitió a todos.

UN HOMBRE INNOVADOR Y VISIONARIO

 

Él hizo realidad lo expresión de “fuimos presente, somos futuro” aunque la verbalizamos más tarde.

Sabía lo que quería y supo cómo conseguirlo.

Soñó con transformar la realidad y nos transmitió la ilusión en el proyecto.

Sintió la insatisfacción del objetivo que lejos de cumplirse se multiplica en el tiempo; y la tranquilidad de haberlo intentado.

Siempre con la determinación y la perseverancia de un buen aragonés.

Reclamó desde el final del siglo pasado el derecho de la ciudadanía de disponer de una Ley de Defensa. Hoy, justicia poética, esta ley lleva la fecha de su cumpleaños.

UN HOMBRE INTELIGENTE.

 

La inteligencia de Carlos está más que acreditada, pero quisiera señalar esta faceta de la inteligencia de quien sabe disfrutar de lo más sencillo, de lo cotidiano, con la conversación apasionada, las horas que parece que no transcurren en el monte, con unos huevos fritos con patatas en el Gijón, la finísima ironía.

Carlos al despedirse dijo: “lo he dado todo”. Todos supimos que era cierto. El ejercicio de memoria, su recuerdo es muy importante, máxime en este tiempo de memorias frágiles y palabras olvidadas.

Sea en su memoria

“A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.”

(Miguel Hernández)