Este último bloque expositivo, dedicado al colegio en la Edad Contemporánea y Actual, mostraba por lo tanto a algunas de sus personalidades más relevantes, hombres y mujeres: decanos, abogados y abogadas del estado, registradores, notarias, profesores, etc. rescatados de distintos modos: desde la tesis doctoral de Belén Causapé, al vídeo de la jura de 2013 realizado por Pablo Aragüés. El visionado de la obra permitía ver a algunas caras conocidas. En el video toman vida los abogados en sus espacios, pasean por el Salón de Decanato, bajan por la escalera, se visten y saludan en la Sala de Juntas y ratifican su condición en el Salón de Actos de la actual sede, el edificio rehabilitado por el arquitecto Teófilo Martín en tiempos del decano Lorenzo Calvo Lacambra (1986-1991), cuyos planos (planta y alzado) también fueron mostrados. No obstante, sintetizar el devenir del Colegio en el último siglo es, evidentemente, una labor muy complicada. La invención de la fotografía también nos ayudó en esta labor, a partir de la serie de decanos realizada por el famoso zaragozano Jarque hacia 1941 y por otros fotógrafos posteriores como Jalón Ángel, por cuyas obras podemos poner rostro a los abogados de tiempos republicanos, dictatoriales, monárquicos y ya, democráticos.
En la inauguración, me tomé la libertad de contar a los asistentes cómo un periodista me había preguntado cuál era la obra más valiosa que se exhibió durante aquellos días: y yo le dije, ¡buena pregunta!, pues no se contestaba fácilmente. Desde el punto de vista de la institución, seguro, le dije, la obra más valiosa es el documento más antiguo, aunque de no conocer su contenido, tendría escaso interés y muy modesto precio en el mercado secundario. No obstante, como hoy sabemos, tras su exhaustivo y casi forense estudio liderado, entre otros, por el profesor Alberto Montaner, el documento otorga mucho valor al colegio zaragozano y legitima todas las celebraciones que se han hecho durante este año. También servirá, sin duda, para celebrar otras festividades, en centurias venideras. Pero, evidentemente, desde el punto de vista crematístico, -supongo que en realidad se me preguntaba por esta cuestión, pueden ser los más cotizados los grabados de Goya, la escribanía de plata, el escritorio, algunos libros, o incluso, algunos de los retratos aquí citados. Sin embargo, terminé por referirle al periodista cómo por su valor sentimental, por cuestiones puramente intangibles, a algunas obras no se les puede poner precio. Este puede ser el caso de la toga del Justicia Emilio Gastón, regalada por su viuda al que fue su colegio que, además, desde su análisis puramente morfológico y a pesar de estar realizada tan sólo a comienzos del siglo XX, todavía recoge las formas antiguas de las primeras prendas de la abogacía, rememorando, en el volumen de sus mangas, las prendas más antiguas de nuestros letrados, la loba y la garnacha española.
Como comisarios, no nos queda más que agradecer el privilegio y la confianza depositada en nosotros. Ha sido una confianza ciega, a partir de la recomendación de nuestro gran amigo, otro Emérito, el profesor Guillermo Fatás. Muchas gracias y muchas felicitaciones para el ReIcaz. Le deseamos una larga y próspera vida, a manos llenas de celebraciones.