En dicho documento de 1399 se alude a la fundación de una Capellanía en la parroquial de Santa María de la villa de Bordón. A priori, según los autores, su relevancia estriba, no tanto (o no solo) en los nombres de quienes la fundaron –el matrimonio compuesto por Don Juan Pérez de Ussón y Doña Toda Falcón-, cuanto en el modo en el que lo hicieron, la estrategia que utilizaron y las personas e instituciones en las que delegaron. Lo más interesante fue la elección del regidor de la Cofradía de San Ivo, “sabio en dreito”, como copatrón de aquella capellanía, quizás para garantizar la imparcialidad y prevenir posibles futuras discordias.
A este respecto emerge la figura de don Antón de Castellón, vecino de Alcañiz, perteneciente a una amplia saga de juristas o letrados aragoneses relacionados con números actos del reino como, entre otros, diversas cortes celebradas en la segunda mitad del siglo XIV y a principios del XV. Una persona con prestigio que en 1399 debía ejercer como Prior de la Cofradía de San Ivo de Zaragoza.
Según indican los autores esta institución, desde el último cuarto del siglo XIV hasta el propio del XVI, se rigió por un modelo tardomedieval cuyos cambios e incluso estructura no se conocen, si bien su modus operandi se modernizó con las Ordenanzas de 15 de mayo de 1578, dando lugar al moderno Colegio de Abogados. Fecha precoz, pionera también entre los colegios de la abogacía del siglo XVI español.
Por todo ello, la publicación de esta obra tiene un doble interés al confirmar empíricamente la existencia de esta institución ya en el siglo XIV y asegurar la pervivencia de un manuscrito único de incalculable valor histórico para Aragón.