Rosa Egea. Luisa Uliaque.
El viernes 6 de julio, me fui a trabajar a Huesca, allí, una compañera, Elena, muy aficionada a la montaña, me comentó:
— Luisa, el fin de semana pasado hicimos una excursión ¡preciosa! después de Ordesa, (porque yo soy oscense, y lo de Huesca lo primero), ésta es la más bonita que he hecho. Fue por los Lagos D’Ayous; métete en mi Facebook, y verás que fotos más espectaculares. Y tú, ¿qué excursión haces este fin de semana?
— Por los Lagos D’Ayous!!, le dije.
No me metí en su Facebook. Me esperé a ver el espectáculo que la Naturaleza nos brindó en directo, y de verdad que mereció mucho la pena contemplar tal majestuosidad.
El territorio, las montañas, los lagos, los bosques llevan ahí desde tiempo inmemorial, miles millones de años, con todo tipo de accidentes geológicos que nos podamos imaginar. Y el destino, o la suerte ha querido que haya sido este fin de semana, cuando, por primera vez hemos conocido estos parajes, y además acompañadas de personas excepcionales, que son las que hacen, que verdaderamente valga la pena, salir al monte.
En esta ocasión, el grupo estaba formado por: Paco, Sagrario y José María con su hija Belén; Pilar y Ramón, Juan con su hijo Fran y su amigo Chema, más sus dos perros recientemente adoptados Lan y Floki; Javier G. con sus hijos Dani y Guille, más Turrón, su perro; Victor y Conchi; Juan Juan; Javier Valero con su hijo David, y las suscribientes, Rosa y Luisa.
Rosa Egea, nuestra nueva y última socia, nos ha conquistado con su simpatía y encanto. Tan es así, que por el socio más antiguo –que no el más viejo -, fue nombrada en la pasada excursión Dama del Ibón de Estanés, instaurando una nueva tradición en el club (David Valero, también nombrado en esa excursión Caballero del Ibón de Estanés, es su partenaire).
Esta crónica, por tanto, está escrita a cuatro manos, y va a hablar más de vivencias, sensaciones y emociones que de datos técnicos, ya que de ser reproducidos por nosotras, sería algo así como copiar un prospecto médico, carente de rigor técnico, por lo que pedimos disculpas de antemano, por la imprecisión en la descripción del recorrido. Sí que podemos decir, no obstante, sin temor a equivocarnos, que gracias a Paco – La fuente del Saber– ya sabemos, desde lo que es un lóbulo de solifluxión, hasta una saxifraga longifolia o corona de rey, pasando por cómo defenderse de un oso en el monte, y quedó pendiente para ulteriores ocasiones, la defensa ante un león….
La excursión en sí, comenzó el sábado 7 de julio un poco antes de las 8 de la mañana en la gasolinera de Formigal. Allí, después de ver el encierro nos dirigimos rumbo al país vecino por el puerto del Portalet. En ese momento estábamos ya todo el grupo a excepción de Javier Valero, David y Juan Juan, ya que ellos salían esa misma mañana desde Zaragoza, y tras alguna dificultad con la señalización francesa consiguieron llegar al parking del lago Venan, más tarde de lo previsto, pero consiguieron realizar la excursión.
El resto comenzamos en dicho parking la subida, hasta el segundo parking, en el cual dadas las fechas veraniegas había una fiesta ganadera, en la que los lugareños, a aquellas horas de la mañana, aproximadamente las 9,30h ya se les veía muy animados, preparando sus tenderetes con toldos, chiringuitos de comidas y bebidas, deportes tradicionales, y todo ello salpicado por los innumerables rebaños de vacas autóctonas que rumiaban y campaban con sus ternerillos.
Ya el inicio se aventuraba en un bosque de hayas y abeto bastante frondoso, transitado por una pista semi-asfaltada con una pendiente para entrar en calor. De allí se accedía a una campa de dimensiones espectaculares, en la que también había preparados toldos y carpas para proseguir la fiesta local. A la altura del Pont de Bious, seguimos hacia la derecha, ascendiendo por un precioso bosque de hayas, con extrañas formas, casi lúgubres y raíces deformadas que le daban al entorno un aspecto fantasmagórico. Las conversaciones giraban, a la vista del bosque fantástico, en torno a series de ficción de Netflix, de las que los más pequeños nos ilustraban convenientemente. Los árboles escondían difíciles formas, en las que introducidos en su interior parecían engullirnos y abrazarnos.
En este momento creo recordar que transitamos por la GR10 y tras superar los repechos del bosque, llegamos al primer lago de nuestro recorrido, el Lac Roumassot, tras bordearlo, iniciamos una subida junto a una pequeña cascada, y seguimos ruta hacía el Lac du Miey.
En mi primera excursión como miembro de derecho de este club, coincido con Luisa en destacar impresiones personales y sensaciones de todo lo visto y vivido, más que datos técnicos, ya que mi pasión por la montaña es reciente y mis experiencias acaban de comenzar de vuestra mano, estando en primer lugar infinitamente agradecida a Luisa que sabía de esta nueva afición y me insistió en que me animase a inscribirme al club. La excursión al Ibón de Estanés me atrapó por su belleza y por la calidez con la que fui acogida por todo el grupo y como no podía ser de otra forma aquí me tenéis otra vez en la excursión a los Lagos. Ha quedado en mi retina la impresionante mole que es el Midi y que sorprende y acompaña a lo largo de todo el camino, las fotografías que tomamos dan buena cuenta de su majestuosidad. Incluso hubo algún instante en el que las nubes que atrapaba su cresta evocaban un volcán a punto de entrar en erupción. El verde de las praderas se combinaba con multitud de flores de diversos colores y entre ellas nos llamaron la atención a Sagrario y a mí unos arbustos con flores de rosa intenso que nos recordaron a las azaleas, según nos informaron eran rododendros.
Estábamos debidamente advertidos por los organizadores de no olvidar los bañadores y no dudo que en las mochilas estaban, aunque allí se quedaron, porque nadie del grupo osó zambullirse en las aguas de los lagos. Quizá, para subsanar la falta de chapuzón, cuando la excursión tocaba a su fin, la meteorología nos regaló un buen chaparrón y ahí, sí que sí, casi nadie se libró de la ducha, pero no adelantemos acontecimientos porque el momento estrella y motor de este club, por lo que he podido observar, estaba a punto de llegar la “lifara” que describe Luisa a la perfección. Comienzo a dudar si me he inscrito en un club de montaña o en un club gastronómico, continuaré asistiendo a las excursiones que se programan para aclarar esta duda que me quita el sueño.
Por fin, en esta primera parte llegamos al refugio de Ayous, que se asoma al lago más grande con el que nos encontramos, el Gentau. Y menos mal porque el cansancio en mi comenzaba a hacer mella ya que un catarro veraniego, mermaba mis ánimos y mis fuerzas.
El paraje es precioso, el lago impresionante y la temperatura buenísima…y el Midi d’ Ossau al fondo, esperándonos, acechante… Momento ideal para reponer fuerzas y echar un bocado, regado por la cerveza local que venden en el refugio – Radi-kale -, y por el estupendo vino que nos sacó Juan Iranzo, que esta vez se superó tanto en el vino –Particular Garnacha Cariñena- como en el exquisito embutido ibérico, compuesto por lomo, queso, salchichón y chorizo…¡¡todo del bueno!! Dice su charcutera que es su mejor cliente y no nos extraña ¡¡nada!!
A su vez, las sardinas en lata hacían acto de presencia, junto con el resto de embutidos, tortilla de patata, panes, quesos, plátanos, melocotones, mandarinas, etc…todo bien compartido como dice el refrán; los franceses nos miraban de reojo. Y nuestros perros ladraban, de hambre y de emoción porque estaba siendo el mejor día de sus urbanitas vidas. Añado que también hubo chocolate, con sabor a naranja, que trajeron Víctor y Conchi y que puso el toque dulce a un día para recordar. Al final de la comida se nos lanzó el guante para hacer esta crónica a Luisa y a mí y aunque apelé a un Reglamento que establece que toca hacer crónica tras coronar un 3000 el recurso ha sido desestimado y aquí nos tenéis dándole a las teclas.
Es en ese momento, cuando nuestro experto Javier “Greim”, mirando al cielo dice…. “¡Uy, esas nubes que vienen por allí no son del mismo color que el resto, en dos horas lloviendo!!”, e inició el retorno con sus hijos, ya cansados. Eran las 14h y aún no nos habíamos reencontrado con los tres excursionistas que faltaban.
Ya repuestos y contentos tras comer y beber, iniciamos otra subida hasta el Lac Bersau, a 2.100 metros, muy alto y muy bonito, nos recordaba un paisaje escocés, por ese verde tan intenso. Paramos de nuevo y es en este instante cuando Paco nos explicó cómo defenderse de un oso, (hay un video tutorial que lo explica todo, se recomienda su visionado) y Ramón, suponemos que, impresionado por la narración, se olvidó sus bastones. Bordeándolo por la izquierda empezamos a descenderlo, y es en ese momento cuando se nos une Juan Juan, que de bajada se había encontrado a Javier G. e hijos y le indica nuestra posición, y Javier V e hijo, y ambos Javieres se unen e inician ya el regreso (también hay video del momento del encuentro con Juan Juan, muy emotivo).
A la altura del Pico Castéreu, que tiene una forma de castillo, la vista que se nos presenta es inmensa; todo tipo de picos, montes nevados, a un lado y a otro de frontera, emocionan por su majestuosidad. Y el Midi, nos cautiva, con su Petit Pic y Grand Pic, con las nubes formando extrañas fumarolas y su color tan oscuro, va guiando nuestro descenso, observándonos.
Y eso, empezamos a descender por un sendero empinado, pedregoso, pero no peligroso, eso sí, había que mirar al suelo porque si mirabas a lontananza, perdías el paso. Tras aproximadamente una hora de bajada, por fin llegamos a la gran planicie en la que vacas, caballos, potrillos y terneros pastaban bajo las primeras gotas que empezaban a caer. Parecía que ya habíamos terminado la excursión después de casi 6 horas, pero aún faltaba atravesar toda esa extensa campa de hierba para volver a bajar el bosque de hayas. Y ¡oh! ¡oh! Esas primeras gotas, se fueron convirtiendo en fina lluvia, para pasar a chubasco, y terminar en tormentón, que nos hizo sacar el chubasquero, el paraguas de pastor, y caminar la última hora larga bajo esa intensa lluvia. Eran las 16h, tal y como había pronosticado Javier.
Finalmente, cuando llegamos al segundo parking ya nos esperaban bajo los toldos de la “fiesta francesa”, los Javieres, hijos y Turrón…y los franceses que habíamos visto por la mañana estaban mojados, pero super contentos, después de todo el día cantando, y bebiendo. Fue ese el momento de decidir organizarse para en varios viajes bajar a buscar los coches al parking de abajo, e ir subiendo a buscar a toda la expedición al parking de arriba. Conseguido el objetivo, volvimos a Formigal, donde esta vez en lugar de huevos, nos entregamos a los torreznos.
Nos despedimos, felices y contentos en el aparcamiento mientras nevaba en las cumbres de Formigal, regresamos con una sonrisa a Sallent, Zaragoza, Rodellar y Villanúa, Jaca, Huesca.
Como siempre, lo pasamos muy bien, imperó el buen humor, las gracias, chistes, confesiones, lecciones…etc. Nos acordamos mucho de quiénes no pudieron hacer el Midi, porque nos hubieran contado una gesta de las de verdad, pero lo cierto es que llovió y llovió mucho, por tanto suponemos que arriba hubiera sido peligroso. Mejor para otra ocasión.
Y hay instaurada otra nueva-antigua tradición, según Juan Iranzo, que es despedir la excursión, dándonos abrazos por haber cumplido el objetivo. Pues eso…¡¡Abrazos!! ¡¡ Muchos Abrazos!!