Juan A. Iranzo.
Será por casualidad, una coincidencia, o cosa del destino, que la quizás última excursión con Domingo como todavía Presidente del Club de Esquí y Montaña del REICAZ, celebrada el pasado sábado 18 de noviembre de 2017, se haya desarrollado en el Valle de Tena, en concreto, en Sallent de Gállego, con la subida al Pacino, y que casualmente la primera actividad del Club se celebrara también en este entorno sallentino, y bajo la presidencia del ahora firmante, con una mítica “ascensión” al recién inaugurado Refugio de Respomuso, a 2.200 metros de altitud, el día 20 de julio de 1996, es decir, hace ya más de 20 años.En el Reicaz se conserva el fax original firmado por todos los participantes en aquella primera excursión que se envió estrenando el aparato de fax desde el Refugio de Respomuso al Colegio.
Será también una casualidad que en ambas excursiones, y a pesar de los veinte años de distancia entre ellas, la participación fuese masiva, con 25 asistentes, desde niños menores de 10 años a jovencitos que apenas superan los 70, con mayoría de mujeres en esta ocasión. Y también es curioso que en ambas ocasiones se portaban en las mochilas las mejores viandas de cada casa para compartir con los compañeros de fatigas, y que casualmente ambos eventos empezasen y terminasen con unos suculentos almuerzos, en aquel entonces con una sensacional sangría acompañada con patés caseros obsequio de la familia Laguna Fanlo, y en esta con los ya tradicionales “huevos del Molino”, pero eso es otra historia que luego os contaré.
La excursión… Pues como todas: tira p’arriba, tira p’abajo; “jodo, qué frío”, al principio; “ufff, qué calor, me voy a despelotar”, tras las primeras rampas;“¿queda mucho hasta el collado? voy justico”;“madre qué bonito paisaje, es como un cuadro”; “poneos allí pa la foto”; “cagüen diez, me acabo de esbarizar con tanta hojarasca y no he visto el bujero”;“¿¿¿dónde está el Miñana??? es ese que está ya arriba”… En fin, los clásicos comentarios de todas las salidas al monte, la misma ilusión por disfrutar una vez más de la montaña y los buenos amigos, y los mil chascarrillos que a buen seguro conocéis mejor que yo.
No he podido resistirme a esta inusual introducción, y seguiría escribiendo un montón de ocurrencias que me vienen a la cabeza de anécdotas vividas en estos más de VEINTE AÑOS del Club, pero como me han pedido que sea formal y me ciña un poco al itinerario, pues voy a tener que adornar el breve recorrido que supone el dar la vuelta al Pacino, y que seguramente todos vosotros habréis tenido ocasión ya de realizar anteriormente.
Desde la carretera general, superado el desvío a Sallent de Gállego, unos doscientos metros más arriba, dirección Formigal, sobre las 10 de la mañana aparcamos los coches en el amplio parking del cementerio y empezamos la ronda de saludos, besos y abrazos,lo que nos llevó más de media hora y que anticipaba que el ritmo iba a ser lento, como así fue, excepto para Domingo que, a pesar de los -2º, se puso el calzón corto y se lanzó a correr monte arriba como un poseído.
Mencionar que previamente ya se había realizado una primera quedada en el Mesón El Molino de Escuer para desayunar “fuerte” por si acaso……
Caminando unos metros por la carretera, tras una curva a la izquierda y muy cerca del tubo verde de descarga, sale a la izquierda, sur, una pista de tierra que sube tras unas revueltas a la Plana de la Selva, desde donde parten varios caminos. Por el primer desvío a mano derecha (que no era nuestro objetivo) en bajada y tras el cruce de un pequeño torrente, un bonito sitio construido por praderas de siega, bien arregladas y conservadas y donde pastan las vacas, con unas buenas perspectivas de Peña Foratata. Agradable para un breve paseo con niños.
Por la pista, metros más arriba, a mano izquierda, en suave ascenso entre la hierba, nos dirigimos resueltamente hasta el hayedo, superando un mínimo desnivel. Amplio y precioso camino, siempre en ascenso pero con pendiente asequible, seguimos por el bosque realizando varias revueltas con las que vamos ganado altura (“uffff, empieza la calor”). Casi sin darnos cuenta, se desemboca en la tasca, superando el bosque, cerca dela torre de descompresión de la conducción forzada de agua a la Central de Sallent desde el embalse de Escarra. Lugar agradable, de extensas e interesantes vistas y amplia panorámica, como podréis ver en el reportaje fotográfico que acompaña a este crónica (“¿dónde coj… se ha metido el Miñana? ya se ha escapado y no va a salir en la foto”).
El camino sigue por la tasca, dirección SE, realizando unos amplios zig-zags de difícil extravío. El camino es muletero y muy utilizado en la época de la construcción de la represa y pantano de Escarra que luego veremos, por lo que sube con la pendiente justa y se hace muy llevadero. El paisaje se amplía y sin darnos cuenta estamos en el collado del Pacino a 1.828 m, en apenas 1 hora.
Desde allí hay varias opciones: una, a mano derecha del collado, nos lleva en dirección SO hacia la Selva de Sallent hasta La Tosquera (1.950 m) y Tres Hombres (2.276 m); la otra consiste en seguir hacia el sur el camino en descenso que nos lleva hasta el embalse de Escarra y acaba en el túnel de Escarrilla.
Nosotros optamos por la tradicional de acercarse a mano izquierda, este, por una corta pero fuerte pendiente que exige tranquilidad y ritmo lento, y múltiples vueltas y revueltas, hasta la cima occidental del Pacino (1.969 m.) en unos 20-30 minutos más. Importante panorámica circular, de la más amplias del valle por su estratégica situación en el centro geográfico del mismo.
Aquí es preciso reseñar varios acontecimientos, por demás interesantes, que marcaron lo que -a mi entender- será el futuro próximo del Club, ¡¡¡porque lo del collado fue apoteósico!!!
Allí estábamos Titi y yo, vigilando las mochilas de los esforzados que ascendían a la cima, tumbados tomando el sol y contándonos confidencias, cuando de repente aparecen por allí los también fundadores del Club Basilio y Reme. ¡¡¡Qué sorpresa!!! Porque nos hacían por los Lagos de Ayousy no nos esperaban por allí. Ni qué decir tiene que decidieron quedarse y unirse al grupo. A los pocos minutos, vemos bajar desde la cima del Pacino una silueta brincando como un sarrio y, en unos instantes, teníamos delante a Domingo, que había subido corriendo desde el otro extremo de la excursión y por donde luego bajaríamos. Poco a poco el collado empezó a poblarse, primero de perros que husmeaban las mochilas amenazadoramente, luego de sus dueños, con niños, incluso con carrito creo recordar (imaginad la escasa dificultad de la excursión), más gente y más y más… Aquello parecía la Aldea del Roció y solo era el mediodía. Empiezan a bajar los esforzados desde la cima y reclaman el merecido refrigerio, y entonces es cuando se puso de manifiesto el señorío, poderío y buen gusto de las gentes del Reicaz:
Aparecieron las afamadas “Torrijas de Titi”, que van camino de obtener la tercera estrella Michelin, en cantidad tan abundante que abastecieron a todos los aldeanos rocieros y aún sobraron. Gracias, Titi, por tu generosidad. Pero a las exquisitas torrijas le acompañaron unas sorprendentes y sabrosas “cortezas” de bacalao, distintos tipos de embutidos, jamón y quesos de varias D.O., panes surtidos hasta para celiacos, tres botellas de vino (de Rioja, Ribera y Somontano), una botella de Cava de Calatayud muy interesante, chocolates para todos los gustos, e incluso me pareció ver percebes y camarones aunque con aspecto de almendras y anacardos. Y seguro que me olvido de alguna otra suculenta delicia, pero entonces no sabía que tenía que hacer esta redacción y no lo anoté.
Podréis imaginar que si alguien hubiera llevado una ligera guitarra nos habría anochecido en el collado de la juerga que allí se vivió. Hasta el punto de que incluso Domingo dudo si bajar o no por donde nosotros habíamos subido, tocar chufa y regresar de nuevo a nuestro encuentro de bajada.
Tocaba bajar, y debido a la “torrija” gastronómica y etílica de algunos, el descenso del Pacino por su vertiente SE se hizo con cuidado pero sin dificultades de ningún tipo, siempre guiados por María Jesús, por la cuerda de la serreta, por encima de la Selva de Lanuza que nos lleva hasta las Crampas, y en un pis-pas alcanzamos los coches en apenas 3 horas de marcha, más la larga parada rociera. Por supuesto, Domingo bajo, subió, nos alcanzó y llegó el primero a los coches, a la vez que Jesús.
Pero como ya os estáis imaginando, no acabó ahí la jornada y, tras algunas muy buenas propuestas de restauración de buen nivel gastrónomico, ya que la zona lo permite, se decidió rematar la preciosa jornada senderista en el ya clásico segundo local social del Molino de Escuer (y por segunda vez en el mismo día), donde coincidimos con el socio de honor del Club, Jorge García-Dihinx, y al que deslumbramos con nuestra fácil capacidad de seguir trasegando vino acompañado con alubias rojas, huevos fritos, manitas, estofado de ciervo, etc., etc.
Cada uno de los participantes tendrá su recuerdo de la excursión, este es el mío: un fantástico día de confraternización, de complicidades y risas, no vimos orquídeas ni setas, pero si vacas y las primeras nieves, y estoy seguro que todos repetiríamos…
Gracias a todos vosotros que me habéis ayudado a recordar: Eva, Titi, Jesús, José María,Domingo, Josechu, JuanJuan, Luis, María Emilia, Víctor, José Miguel, Pilar, María Jesús, Ramón, Eduardo, los Javieres, David, Inma, Lola, Isabel, Begoña, Basilio, Reme, y alguno más que seguro me olvido y a quien pido disculpas. Un muy fuerte abrazo y hasta la próxima.