Entrevista a
Tomasa Hernández
Texto: Lourdes Funes Cardiel.
Fotos: Fabián Simón / Gobierno de Aragón.

La actual consejera de Presidencia, Interior y Cultura del Gobierno de Aragón, Tomasa Hernández, afronta su segundo ciclo en la política después de que ejerciera como directora general de Justicia entre 2011 y 2015, en la VIII Legislatura con Luisa Fernanda Rudi como presidenta del Gobierno de Aragón.

Hasta su actual nombramiento estaba ejerciendo como Magistrada del Juzgado de Primera Instancia nº17 de Palma de Mallorca y en junio de 2023, Tomasa Hernández recibió la Medalla al Mérito del Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza.

Una justicia que no es rápida deja de serlo

¿Qué supuso para usted recibir una de las mayores distinciones del Colegio de Abogados de Zaragoza?

Te quedas sin palabras, solo te sale decir “¿Por qué? ¿Que he hecho para merecer esta distinción?” Mi relación con el Colegio siempre ha sido muy buena, con el Colegio como institución y con los abogados individualmente. Son unos profesionales con los que me he relacionado mucho. En el Juzgado en el que estaba siempre los hemos tratado con mucho tacto, respeto y cuidado a la profesión.

Es cierto que cuando fui Directora General de Justicia tuve algunos puntos de conflicto que, gracias a su buen hacer, predisposición y siempre colaboración, se fueron solventado. En el traslado a la Ciudad de la Justicia fueron afectados negativamente, lo fueron por una decisión, que, aunque no la habíamos tomado en el Gobierno al que pertenecía, estaba definida y había que llevarla a cabo. Pese a que no era fácil, los abogados entendieron las decisiones y colaboraron todo lo que estaba en su mano, participando en las comisiones de traslado, aportando ideas de cómo hacerlo y opinando siempre de una forma muy respetuosa.

Y el otro gran tema con fricciones es el de la Justicia Gratuita. Es un gran problema porque la partida es muy abultada debido a que cada vez hay más asistencias de este tipo.

Y diez años después, ¿cómo recuerda ese momento del traslado y apertura de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza?

Fue una decisión acertada. La gente está contenta, en general. Las instalaciones fueron una mejora importantísima, estamos mejor que la Ciudad de la Justicia de Barcelona o incluso que la de Valencia. Personalmente lo veo con mucha distancia porque he estado trabajando ahí, el día a día te hace olvidar todo lo que hice antes de que pudiera abrir sus puertas. Lo que si recuerdo es que se trabajaba muchas horas para que los juzgados no pararan, para que los juicios se siguieran celebrando, para que hubiera actividad día a día. Para que no se perdieran horas de trabajo ni tampoco expedientes. Y luego te da mucha lástima ver cómo se convocan huelgas que lo que hacen es que se pierdan horas de trabajo, pero es lo que hay.

Ahora el sector está revuelto, Justicia Gratuita, huelgas de letrados de la Administración de Justicia, ¿cómo lo ve?

La situación está muy complicada porque han sido muchos meses en los que la Justicia ha estado paralizada. En los juzgados se trabaja mucho, es una actividad silente, pero la cantidad de expedientes es muy elevada porque en España hay mucha litigiosidad y eso conlleva mucha carga de trabajo. Hay que trabajar todos los días, no puedes dejar pasar ni un día si no quieres que la mesa se te desborde. Ahora será complicado conseguir una buena ratio y ponerse al día.

Una justicia que no es rápida deja de serlo. Si tienes un pleito y en vez de tener una sentencia en seis meses la tienes en un año, no te va a parecer muy justa porque la respuesta ha sido muy dilatada en el tiempo. Todo esto repercute en la calidad de la Justicia. Todo el mundo tiene derecho a que la Justicia se celebre sin dilación.

Muchos años ejerciendo en diferentes juzgados, ¿qué le llevó a estudiar Derecho?

Vocación. Uno elige los estudios que le van a permitir hacer aquello que quiere hacer. He estado muchos años de Letrada de Administración de Justicia en localidades como Molina de Aragón, El Vendrell, Lérida y hasta llegar a Zaragoza. Tienes que tener vocación porque empiezas un recorrido profesional que te lleva a cambiar de población, de vida y sin vocación no sería posible. Yo tenía claro que quería estudiar Derecho y cuando terminé la carrera me dí cuenta que ser abogado era muy difícil y decidí que una oposición me daría más tranquilidad. No tener esa sensación de vacío cuando terminas y tener que enfrentarte a un despacho, a tener que buscar una cartera de clientes, enfrentarte a juicios y ganarte la confianza de los clientes.

¿Y qué le llevó a dar el paso a la política?

Para ser Magistrada hay que tener una base de vocación de servicio, la formación también es un pilar importante, pero lo esencial es esa vocación de servicio. Y en la política también lo es. No está suficientemente reconocida esa vocación de venir a servir y no a ser servido. En la política debería ser así y así lo vivo. Por eso no fue una decisión difícil.

En su primer cargo político como Directora General de Justicia, ¿se sintió cómoda?

Estaba muy cómoda, estaba en mi hábitat natural. Era la materia que yo controlaba. Conocía el trabajo que se hace en los juzgados, a quienes trabajaban ahí. Llevaba 18 años destinada, así que conocía a jueces, letrados, fiscales, procuradores, funcionarios, conocía a todo el mundo y ellos me conocían a mí. Y lo más importante, conocía las necesidades que tenían, la sensibilidad a los problemas, la empatía con quien tenía los problemas. Eso me lo hizo muy fácil. Ahora, esta nueva etapa, me supone salir de mi zona de confort con un puesto con un matiz más político.

¿Cómo recuerda esa primera etapa política?

Fue una época de trabajar en proyectos. Se hizo la Ciudad de la justicia, el Palacio de Justicia de Huesca, se inauguró la Audiencia Provincial de Zaragoza y se proyectó el Palacio de Justicia de Teruel. Empezaban las obras y había que hacer la planificación, la ejecución y, mientras tanto, atender todas las necesidades que iban surgiendo.

Un edificio de justicia es algo muy especial, no es un edificio al uso, no se construyen muchos y la lista de necesidades es un reto: hay detenidos, forenses, se celebran juicios, despachos, oficinas… Pero también es un legado para el futuro y hay que hacerlo bien porque ahí queda.

La consejería de Presidencia, Interior y Cultura es un nuevo reto…

Es un compromiso y una gran responsabilidad, una se siente un poco abrumada. Y también va a suponer un nivel de trabajo elevado.

¿Qué le aporta toda esa experiencia previa a esta nueva etapa?

Mi trabajo y mi esfuerzo en hacer las cosas lo mejor que sé y con el mejor de los ánimos y entrega. En esta etapa me voy a centrar en la Cultura y el Deporte, vamos a intentar situar a Aragón en la élite. El objetivo es trabajar en estas dos áreas y potenciarlas. Además de seguir manteniendo una buena relación con el Colegio de Abogados de Zaragoza.