¿Qué pasó para que la música ganara al Derecho?
En los cinco años que estuve ejerciendo la abogacía, el grupo iba siendo más conocido y funcionaba como un reloj, teníamos muchas actuaciones en España y las podía estar compaginando con el despacho. Desde el primer momento, hablé con el grupo y les dije que mientras pudiera, iría alternando las dos cosas y en el momento en el que no se pudiera, pues ya veríamos. Y al final pasó. El grupo tenía bastante agenda, pero no había empezado la faceta internacional hasta que en ese quinto año empezaron a aparecer fechas en Nueva York, en Austria…
Lo cierto es que el titular del despacho, Jesús García Huici era muy melómano y muy fan del grupo, lo que me facilitó compaginar las dos facetas de mi vida. Siempre me decía lo mismo: mientras saques los asuntos adelante, no se te pase ningún plazo, no se complique un asunto y lleves bien la agenda, no me importe que los compagines. Y así fue, nunca se me pasó ningún plazo, todos los asuntos que defendí, creo que los defendí con bastante profesionalidad y perdí pocos, la verdad…
Entonces era un buen abogado…
Siempre me decía Jesús que tenía muy buena cabeza. Se me da muy bien el arte de la oralidad y en la redacción de escritos técnicamente hice cosas bastantes complejas como por ejemplo recursos de casación, a nivel técnico jurídico es lo más complicado que puede haber. Hay que investigar muy bien y ser muy fino con los argumentos jurídicos técnicos que se exponen en el recurso. En cuanto a la redacción jurídica de la exposición de hechos, redacción de demandas, contestaciones a demanda, no se me daba mal.
¿Y el área que más te gustaba?
Te diría que podía ser el área penal, aunque es la más compleja tiene un elemento de responsabilidad añadida porque estas jugando con la libertad de las personas. En el área civil o administrativa o laboral te juegas cosas económicamente, dinero, reconocimiento de derechos, cesión de derechos, pero en el área penal te juegas la libertad. Eso añade un elemento atractivo y de exigencia tanto técnica como de implicación emocional. Me gusta implicarme emocionalmente en todo lo que hago.
¿Es uno de los secretos de que BVocal también haya conseguido ser embajador en todo el mundo?
Hemos conseguido crear un estilo propio, diferente, con un matiz que es muy reconocible. No fue fácil porque fue un producto muy especial que al principio nos costó mucho colocar en la programación de espectáculos. Era incalificable, no había precedentes en España de lo que hacíamos. Había un grupo, el Golden Apple Quarter que lo hemos invitado al Festival de B Vocal en el Teatro Principal, pero era un poco más clásico. Nosotros intentamos romper moldes desde el principio en el sentido formal de la presentación del show. Introdujimos elementos novedosos hasta el momento como somo el beat box, baterías vocales, versiones y temas propios que eran bastantes potentes. Alternábamos el teatro con la música y continuas sorpresas para el espectador.
Tener un producto especial tiene una doble vertiente: es muy bueno cuando contactas con el público y los programadores entienden lo que haces, pero hasta que consigues eso es complicado. Ahora prácticamente nos conocen en todos los circuitos y no hay teatro en España que no hayamos pisado. La gente va a ver a BVocal.