José Mª Rodríguez Vela. Junio 2018.
El 24 de junio estaba programada, por tercer año consecutivo, la ascensión al pico Collarada, emblemática cima central del valle del Aragón. Y por tercer año, también consecutivo, no se pudo hacer.
Como informamos en la convocatoria, el GREIM de Jaca nos había advertido que el estado de la nieve aconsejaba ser conocedor del elemento, moverse con soltura por ella y tener experiencia en al aparejo necesario (crampones y piolet) para evitar accidentes. Requisitos que nos inclinaron a suspender la actividad y buscar una excursión alternativa. La primera idea fue el ibón de Ip, que siempre es una buena opción. No obstante me advirtieron de la más que previsible presencia de neveros traicioneros en las umbrías y, por consiguiente, algún resbalón que pudiera traer consecuencias. Así que, finalmente, optamos por el pico de la Raca. Curiosamente la semana siguiente María José Villanueva, que nos acompañó, informaba en el Heraldo de Aragón que en la semana anterior había habido treinta y seis rescates en montaña. Y minutos antes de redactar esta crónica leo en el Heraldo de 1 de julio, también firmado por Mª José, que “los neveros disparan los rescates el fin de semana”. Lo que me hizo pensar en el ibón de Ip. Estoy convencido que hubiéramos alcanzado la cima del Collarada con la supervisión y ayuda de algunos socios expertos montañeros que se habían apuntado, pero no podíamos hacer oídos sordos a las recomendaciones del GREIM.
Así que a la Raca. El pico de la Raca es más conocido por ser el punto más alto de la estación de Astún que por su ascensión montañera y creo que está injustamente olvidado.
Digo esto porque todo el camino de aproximación hasta casi la cima es una preciosa senda cobijada casi todo su trazado con arbolado de haya y pino y nos regala con unas vistas realmente bellas. La excursión comienza en al aparcamiento de Canal Roya y sigue la GR 11 dirección Anayet. A unos centenares de metros se toma un desvío a la izquierda que asciende progresiva y paulatinamente hasta la zona de bunkers integrados en la denominada Línea P, construidos recién terminada la segunda guerra mundial en previsión de una posible invasión por parte de las tropas aliadas desde Francia. La que visitamos es una formación de ocho bunkers perfectamente conservados interconectados por su interior cuyas bocas apuntan a la carretera procedente de Somport. Según he leído nunca se puso en servicio.
Superado ese punto cambiamos de trazado, como si nos dirigiéramos a Candanchú, pero al poco volvemos otra vez al norte, ya en busca de la cima, por senda bien marcada y protegida por el arbolado.
Después de una buena ascensión llegamos ya a la antecima y de ahí, en zigzag, a la cima. Debo reconocer que la cima te deja un poco como así, como decepcionado, ya que lo primero que ves es un edificio de MOVISTAR y la telesilla de esquí de la Raca. Es conveniente andar unos trescientos metros para dejar a nuestra espalda este paisaje industrial, también en dirección norte. Allí, en la cresta, frente al mítico Midi, nos acomodamos para comer y descansar, gozando de unas vistas excepcionales con la impresionante mole del Midi presidiéndolas. Incluso y para colmo, como íbamos bien de tiempo y la meteorología era favorable, hicimos una corta pero reparadora siestecita al sol.
Y es que al final, como si fuera una tontería, como sin importancia, el desnivel fue de unos mil metros (934, exactamente), por lo que la actividad fue una buena ocasión para hacer pierna de cara a empresas más comprometidas. Además, repito, es una bonita excursión, entre bosque y arbolado que te protege del sol y del calor. Gustó mucho, al decir de los participantes, a lo que sin duda contribuyó el inmejorable ambiente fomentado por todos.
Muy buena jornada montañera, divertida, amena, tranquila y agradable, a la espera de lo que viene.
No os perdáis las fotos, veréis qué paisaje más bonito.
Un saludo a todos.