40 aniversario de “Blade Runner”.
El Derecho como guardián de la diferencia
José Luis Artero. Abogado. Crítico de cine de “BOM Radio-Radio 4G”

Tras el obligado parón como consecuencia de la pandemia COVID 19, se retomaba el Ciclo de Cine Jurídico organizada por el ReICAZ y a iniciativa de la Agrupación de Abogados Jóvenes, proyectando una película de culto como “Blade Runner” conmemorando de este modo el 40 Aniversario de su estreno que tuvo lugar el 25 de junio de 1982. En esta séptima edición, presentaron la película y dirigieron el posterior coloquio, el Excmo. Sr. Luis Alberto Gil Nogueras, Magistrado y Académico de Número de la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación, y quien suscribe.

Blade Runner, una obra maestra del Cine.

“Blade Runner” es uno de los mejores largometrajes de la Historia del Cine, que podría situarse junto con “Metrópolis” (Fritz Lang, 1929) y “2001” (Stanley Kubrick, 1959), en una especie de “Trinidad” de la ciencia ficción. Pero su influencia va mucho más allá de este concreto género.

Así es, este film visionario, mezcla de western y cine negro, precursor del género conocido como ciberpunk (o ciber noir) contiene una de las mayores reflexiones sobre la condición humana que se hayan hecho nunca. Por ello, ha sido analizado desde campos del conocimiento tan dispares como la filosofía, religión, medicina, genética, biología, arquitectura, moda, etc. (existen 300 tesis doctorales dedicadas a “Blade Runner”).  Y, por supuesto, desde el Derecho en la medida que plantea trascendentes cuestiones jurídicas (aunque como es natural, como ya se apuntó, no puede encuadrarse propiamente en el género de cine jurídico y menos aún judicial). Nos referiremos a ello en el siguiente apartado.

En palabras de su director, Ridley Scott, “Blade Runner” pasó de ser un fracaso en taquilla a un auténtico clásico, sin haber sido nunca un éxito. En la presentación del film, los ponentes hicieron referencia a las hasta siete versiones distintas existentes (entre pruebas de preestreno y montajes comerciales), debido a las dudas de los productores y la fría acogida en los cines por parte de los desconcertados espectadores. De hecho, fue redescubierta gracias a la aparición del video doméstico, lo que originó una auténtica legión de fans. Así, con el paso de los años ha inspirado multitud de largometrajes que han tratado de reproducir su inquietante y reconocible estética. (vg. “Matrix”, Andy y Lana Wachowski, 1999; “Johny Macnemonic”, Robert Longo, 1995; “El quinto elemento”, Luc Besson, 1997; “Dark City”, Alex Proyas, 1998, por citar solo algunas).

Basta con decir que “Blade Runner” es una adaptación libérrima de un relato corto  del prolífico escritor norteamericano  Philip K. Dick titulado “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”; se trata de una distopía futurista ambientada en 2019, en la ciudad de Los Ángeles, (en el libro la acción se desarrolla en San Francisco) convertida en una megalópolis oscura, superpoblada, decadente en la que, tras la Guerra Mundial Terminus (GMT), cae permanentemente una lluvia ácida y radiactiva que ha acabado con todas las especies  animales  y  contaminado a sus habitantes (una mezcla informe y heterogénea de tribus urbanas). Tan solo unos pocos afortunados que disponen de los suficientes recursos económicos pueden abandonar esta urbe buscando una vida mejor en las colonias del Mundo Exterior.

En este universo wagneriano de pesadilla, onírico y enfermizo, de nihilismo y alienación, los replicantes, seres humanos artificiales fabricados mediante ingeniería genética por la todopoderosa empresa Tyrell Corporation, superiores en fuerza e inteligencia a los ingenieros que los crearon, son utilizados como mano de obra en trabajos peligrosos y penosos en las citadas colonias a las que los humanos se han visto obligados a emigrar. Por ello, los replicantes son proscritos en la tierra bajo pena de muerte; la tarea de identificarlos y eliminarlos es encargada a las denominadas brigadas de Blade Runner, uno de los cuales es Rick Deckard (Harrison Ford) quien recibe la misión de “retirar” a un grupo de Nexus – 6 que, tras un sangriento motín, ha logrado evadirse y llegar a Los Ángeles. En realidad, estos “androides más humanos que los humanos” buscan respuestas sobre su origen, la vida y la muerte, el fatídico discurrir del tiempo; desean volver a la Tierra para encontrarse con su Hacedor, y obtener respuestas.

Como en “El Paraíso Perdido” de John Milton, el líder de los replicantes, Roy Batty (interpretado por el actor holandés Rutger Hauer, verdadero protagonista y en estado de gracia durante toda la película), es en realidad un ángel caído que se atreve a desafiar a Dios, a retarle, y a matarlo.

Hauer, quien por cierto falleció precisamente en 2019, legó para la Historia del Cine un antológico soliloquio- monólogo final, producto de una venturosa improvisación que, para muchos, es la mejor secuencia de todo el metraje.

En cada visionado se obtienen nuevos matices y mensajes, lo que hace de “Blade Runner” una película inabarcable y reafirma su condición de obra maestra. Para quienes tengan particular interés, pueden consultar la Bibliografía citada e indagar sobre el caótico rodaje (33 noches seguidas de filmación nocturna con lluvia artificial, ocho horas para rodar un solo plano debido a la meticulosidad de Scott, los enfrentamientos entre el director y los actores y entre ellos mismos),  la importancia de la obsesiva presencia y referencia a los ojos, la identificación  de cada personaje con un animal, las evidentes alusiones a símbolos cristianos en la trama y en los roles replicante. Creador y, por supuesto, una pregunta que ha vertido ríos de tinta y sobre la que existen foros especializados con encendidos debates y posiciones irreconciliables: ¿es el propio Deckard un replicante más?

Las implicaciones jurídicas de Blade Runner

Como viene siendo habitual, a la proyección de la película siguió un animado e intenso debate que se prolongó por espacio de más de hora y media, planteando en particular en ese momento, las interesantes implicaciones jurídicas que encontramos en “Blade Runner”. De hecho, el coloquio alcanzó un elevado tono intelectual gracias a las intervenciones y dudas planteadas por varios de los más de 50 asistentes.

En particular y parafraseando al filósofo Javier De Lucas, Blade Runner plantea diversas claves jurídicas, proponiendo una interpretación del Derecho como guardián del tiempo (de la memoria) y de la diferencia (de la identidad) que, aplicado a la figura de creaciones de la  ingeniería genética   llamadas “replicantes” (por su exclusión o directa eliminación y su consideración de trabajadores forzosos en las “colonias exteriores”) encierra trascendentes sugerencias sobre cuestiones tan debatidas como la inmigración o el racismo, o la amplitud y extensión del concepto de “derechos humanos”. “Nos hacemos más humanos cuando extendemos nuestra condición, nuestro reconocimiento y nuestros derechos, a quienes no lo son”, como por ejemplo a entes producto de la inteligencia artificial creada por el hombre, como plantea Blade Runner, trasunto de la permanente tensión que hoy más que nunca comienza a existir entre lo natural y lo artificial, o lo biológico y lo mecánico.

De hecho, el magistrado Gil Nogueras desarrolló la reciente y pionera normativa dictada por la Unión Europea  (en forma de directivas y reglamentos)  en materia de inteligencia artificial y robótica que, entre otras cuestiones, plantea hasta cuatro niveles de riesgo que genera la interacción entre seres humanos y la  IA, preocupación que por cierto, también ha sido objeto de otros interesantes largometrajes: “IA: Inteligencia Artificial” (Steven Spielberg, 2001) o “Yo, robot” (Alex Proyas, 2004) basada en la novela homónima de Isaac Asimov que ya planteaba “tres leyes de la robótica” con objeto de proteger a los seres humanos. De igual modo, destacó como recientemente un robot llamado “Sophia” (diseñado como una “personalidad empática” para ayudar en las tareas domésticas y cotidianas) obtuvo la ciudadanía del reino de Arabia Saudí lo que generó una gran polémica desde la óptica de los derechos humanos.

Precisamente, como decíamos una de las funciones del Derecho, es la creación, la lucha y el reconocimiento de derechos, y estudiar los sujetos pasivos a los que éstos alcanzan. Sin embargo, citando de nuevo a De Lucas, “el problema es que ni siquiera por lo que se refiere a la especie humana ha sido tomado en serio el predicado de universalidad”. A este respecto, tanto la novela como la película, destilan un innegable poso de racismo y de xenofobia hacia la figura de los replicantes que, como ya hemos visto, no son sino inmigrantes ilegales, proscritos en una Tierra devastada, pero que legítimamente buscan sus orígenes y su lugar en el mundo (habiendo sido destinados en las colonias exteriores de Marte, a los trabajos y tareas más penosas).  Por el contrario: ¿qué podemos decir de los seres humanos que no han podido emigrar a esos asentamientos en el “off World” debido a una enfermedad física – mental como el emotivo personaje de J.F. Sebastian, siendo discriminados y obligados a permanecer en nuestro planeta?

Pero, además, como en la novela “1984” de George Orwell, “Blade Runner”, también plantea la existencia de un Gran Hermano que “todo lo ve” (una vez más la referencia a los ojos y al sentido de la vista, justo en el primer plano de la secuencia inicial). Da la impresión de que Deckard ha sido vigilado y controlado en todo momento durante su escabrosa misión con el objeto de que no se desvíe de su exacto y total cumplimiento. ¿Quién decide eliminar a los replicantes y con qué autoridad? ¿A qué clase de Policía pertenecen las unidades o brigadas de Blade Runners? ¿Qué sucedería si por error “retiran” a un ser humano?, como acertadamente se plantea en la película el personaje de Rachel.

La “ejecución” de los replicantes está determinada de antemano, de forma sistemática, por medio de unas decisiones personales, arbitrarias, sumarias e inapelables sin ninguna clase de control judicial o de cualquier otro poder de un Estado que, por otra parte, parece que no existe.

Tyrell Corporation es en realidad un “Estado en la sombra”, una empresa (hoy hablaríamos de multinacional) que tiene más poder que muchas naciones, situación que no nos resulta extraña hoy en día. Como tampoco lo es la descripción de una ciudad caótica, mezcla desordenada de culturas y razas, en la que algunos hablan un incomprensible idioma como el “city speak” o interlingua, (precipitado de palabras provenientes del inglés, español, francés, húngaro, etc.). Asimismo, la superpoblación (acabamos de superar los 8.000 millones de habitantes en la Tierra), la contaminación y la degradación del medio ambiente o la extinción de muchas especies son algunas de las calamidades que aventuró “Blade Runner” con las importantes implicaciones económicas, sociales y jurídicas que entrañan.

De hecho, también se planteó en el debate el riesgo que supone la invasión de Ucrania en la medida que Putin pudiera utilizar armas atómicas, aunque “solo” fueran tácticas (como si eso fuera un consuelo) y su repercusión en el Derecho Internacional; no olvidemos que en “Blade Runner” la definitiva degradación del planeta Tierra ha sido debida a una guerra nuclear (GMT), de ahí la oscuridad continua y la perpetua lluvia ácida que, en cualquier caso, queda mejor explicada en la novela. De igual modo, los teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos se han convertido en auténticos “climatizadores del ánimo” o “creadores de empatía” como vaticinara Philip K. Dick, ya en 1968.

Para concluir y una vez expuesto cuanto antecede, se ha dicho que “Blade Runner” bien podría tratarse de una “obra cautelar” que nos interpela a “tener cuidado” con hacia donde nos dirigimos. Si recapacitamos sobre ello, quizá el degenerado mundo que presenta “Blade Runner” comience un día a no resultarnos tan ajeno.

Bibliografía citada

ALONSO BURGOS, Jesús: “Blade Runner: Lo que Deckard no sabía”. Ediciones Akal, Madrid, 2011.

DE LUCAS, Javier: “Blade Runner: El derecho, guardián de la diferencia”. Colección Cine y Derecho.Tirant lo Blanch, Valencia, 2003.

DICK, Philip K.: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”. Editorial Planeta. Barcelona, 2012.

PRIETO, Miguel Ángel: “BLADE RUNNER”. Colección Making of. T&B Editores, Madrid, 2008.