Se ha destacado la individualidad de Goya, que siempre demostró un estilo personal y original, en el tránsito del siglo XVIII al XIX, una época particularmente convulsa para España, representada por una sociedad agotada y decadente, que culmina con la invasión de las tropas de Napoleón y la consiguiente Guerra de la Independencia (1808-1814).
Goya está considerado como el “primer artista moderno”, uno de los máximos exponentes de la Historia Arte de todos los tiempos, un absoluto maestro, con una producción ingente, autor de obras imprescindibles, verdadera “teología del Arte” con mayúsculas: “La Familia de Carlos IV” (1804), “El 3 de mayo de 1808 en Madrid” o “Los fusilamientos” (1814), por citar algunas. El artista de Fuendetodos se mostró tanto más genial cuanto más libre e independiente fue; a la vanguardia de las vanguardias, podemos decir que es el precursor del Impresionismo, Realismo, Surrealismo, Existencialismo, Psicoanálisis y del Fotoperiodismo (crónica social y periodismo de Guerra), con un espíritu incluso Prerromántico, por la pasión reflejada en sus personajes. Goya, además, es sin duda, uno de los mejores retratistas de todos los tiempos. Multidisciplinar, polifacético y multifacético, trabajó hasta el último momento de su vida. Cabe destacar la mención “Aún aprendo”, expresada en el que se tiene por uno de sus últimos dibujos (hacia 1826), ya octogenario, casi como una especie de epitafio.
Francisco de Goya y Lucientes nace en la pequeña localidad zaragozana de Fuendetodos el 30 de marzo de 1746 y muere en la localidad francesa de Burdeos el 16 de abril de 1828, a la edad de 82 años. Hijo de Braulio José Goya (que trabajaba como dorador, lo que supuso el primer contacto con las artes del niño Goya) y Gracia Lucientes, viene al mundo en el seno de una familia, acaso acomodada o de clase media en algún momento, pero posteriormente venida a menos. Penúltimo de seis hijos, siendo el mayor Tomás, quien “heredó” o sucedió a su padre en el taller sin demasiado éxito.
Braulio José falleció en 1781 y a este respecto encontramos una mención importante: “no hizo testamento porque no tenía de qué”, según relata nuestro pintor a su amigo Zapater en una carta redactada a finales de 1789. Esta mención excluye que, por lo menos, por la línea paterna, Goya hubiera podido recibir bienes que en su momento pudieran considerarse troncales.