Treinta años en Don Jaime I
Pedro Galán Carrillo. Abogado.

Este año cargado de acontecimientos nos ha impedido reparar hasta ahora en que Don Jaime I, 18 ha cumplido treinta años como sede del Colegio de Abogados de Zaragoza. Voy a esbozar unos apuntes, casi en tiempo de descuento, comentando una serie de fotografías para recordar la efeméride.

Explicado muy rápidamente, a finales de los años ochenta el Tribunal Superior de Justicia de Aragón necesitaba ocupar para sí los insuficientes espacios de nuestro colegio en Coso, 1; simultáneamente la Cámara de Comercio e Industria se mudaba a la antigua sede de la Feria de Muestras de Zaragoza que a su vez se iba a sus nuevas instalaciones de la autovía de Madrid.

Gracias a estas carambolas quedaba disponible el inmueble de Don Jaime I, 18. Nuestro colegio no desaprovechó la ocasión de adquirirlo a cambio, eso sí, de un más que notable incremento en la cuota colegial.

La prehistoria de la sede colegial

La fotografía más antigua que he encontrado de la actual sede colegial es de 1938, en plena guerra civil, y está alojada, como las que le siguen, en el “Gran Archivo Zaragoza Antigua” que ningún aficionado por la historia visual de nuestra ciudad debería perderse. Sin duda es más instructivo y manejable que el archivo fotográfico del Ayuntamiento de Zaragoza por su interfaz amable, su clasificación por años, barrios, materias y especialmente por los comentarios siempre interesantes y a menudo cáusticos de José María Ballestín Miguel con la colaboración de Antonio Tausiet que acompañan a cada una de sus casi 9.000 imágenes.

Esta foto nos permite asistir al cortejo fúnebre de un requeté caído (se ve el estandarte tradicionalista a la izquierda del féretro) subiendo por la calle Don Jaime I en dirección a la Plaza de España. A la izquierda, vemos un fragmento de la fachada lateral del Teatro Principal. Por allí se abren (se abrían) las calles de la Verónica y de Zabala desaparecidas, la una parcialmente y la otra por completo, para dar espacio a la plaza de José Sinués, con el monumento de Pablo Serrano homenajeando al prócer de la banca aragonesa, también nacional. Tal vez su gigantesco diamante aluda a las joyas empeñadas en los Montes de piedad, antecedentes de las Cajas de ahorros.

Si se aguza un poco la vista tras la desaparecida manzana, se pueden intuir el andamiaje de la construcción de la futura sede colegial y algo más abajo el arranque de la calle San Jorge.

Calle Don Jaime I (1938)

Vamos ahora a la parte trasera de Don Jaime I, 18, a la calle San Andrés:

Calle San Andrés (1947)

Pasamos del luto a la fiesta y vemos la comparsa de Gigantes en dirección a la calle de la Verónica precedida de un mínimo acompañamiento musical y acompañada por un nutrido público, no solamente infantil. A la izquierda, las traseras de Don Jaime I, 18. La peculiaridad de esa foto radica en que el panorama edilicio no ha sufrido cambios en casi setenta y cinco años.

La siguiente imagen es de octubre de 1958, ya hace casi veinte años del final de la guerra. Está a punto de empezar el desarrollo español de los años sesenta simbolizado en el espectacular despliegue luminoso para la solitaria calle, en el anuncio de una marca de carretes de fotos junto al futuro colegio y en uno de los primeros Seat 600 estacionado en lo que fue el Cardo Máximo, una de las dos calles principales de la Zaragoza romana.

Calle Don Jaime (1958)

Calle Don Jaime (1964)

En la anterior fotografía, Don Jaime I se llena de paisanaje diverso con motivo de la entrada triunfal de Pedro Cantero Cuadrado a la archidiócesis de Zaragoza recordando la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un pollino. A la izquierda del prelado, un palafrenero vestido de nativo permanece atento a las evoluciones del equino.

El arzobispo es seguido por don Luis Gómez Laguna, alcalde de la ciudad y su caballo es también vigilado por un policía municipal vestido de gala. A la izquierda, una autoridad civil (se deduce del chaqué, de la banda y de la vara de mando), un sacerdote y un paisano se desentiende por un momento del cortejo y mira atento a cámara.

Al fondo, un militar, quizás el capitán general de la V Región o el gobernador militar en uniforme de verano. Por lo que a nosotros interesa la futura sede colegial contempla en silencio el irrepetible espectáculo. El siguiente arzobispo, Elías Yanes, ya no entró de esta forma a la sede cesaraugustana. Los posteriores tampoco.

La siguiente imagen está tomada desde Don Jaime I, 18 en 1976:

Calle Don Jaime (1976)

El Cardo Máximo romano sirve ahora de imponente vía de alta capacidad para taxis, autobuses y vehículos particulares. Un hombre trajeado recorre fumando y a toda prisa la calle (basta con ver su zancada y el movimiento de la chaqueta), tal vez porque haya mirado el reloj que tiene ante sí. En la otra acera una pareja pasea en sentido contrario ajena al tráfico rodado y al tiempo y aporta algo de calma a la estresante imagen.

Una excelente fotografía y de nuevo otro irrepetible espectáculo tras la progresiva reducción de carriles, la drástica represión al tráfico privado (que en mi opinión contribuye a la degradación de los cascos históricos aunque la vista no sea en absoluto agradable) y la posterior peatonalización de la calle.

Don Jaime I, 18, sede colegial

Una vez puesto el edificio en contexto histórico y urbano, pasamos a su inauguración como Colegio de Abogados en 1991.

Según refiere el Boletín colegial núm. 117, de 1 de abril de 1990, la decisión de adquirir el edificio se adoptó en una junta extraordinaria celebrada en diciembre de 1987. En julio de 1988 se otorgaron las escrituras de compraventa y de formalización de un préstamo con garantía hipotecaria, tomando el colegio posesión del inmueble en mayo de 1989. Continúa la Memoria del Decano:

Tras la toma de posesión, la Junta de Gobierno, comenzó a estudiar y tantear la realización de unas mínimas obras de reforma y acondicionamiento, que se estimaban necesarias para el traslado y establecimiento de la sede colegial. Mas la singularidad y calidad del edificio, la responsabilidad de la más adecuada conservación del inmueble y la consideración de la categoría y rango de nuestra corporación, determinaron que la junta decidiese, previa selección, designar un arquitecto de alta especialización, para hacer un estudio del edificio (del que ha resultado bien acreditado, el acierto y oportunidad de su adquisición) y la preparación de un Proyecto marco fijando las obras y reformas a llevar a cabo, en una o varias etapas, con acomodación por otra parte a las rigurosas normativas municipales.

Conocidas con certeza las obras e instalaciones a llevar a cabo en la reforma y adecuación de las tres primeras plantas alzadas (las que se ocuparán por el momento), así como su importe, se incluyó éste en la partida de gastos del Presupuesto General del Colegio para 1990 que, elaborado por la Junta de Gobierno, fue objeto de aprobación en la última Junta General celebrada por la Corporación en el curso del mes de diciembre de 1989.

Se está trabajando con intensidad por los diversos gremios que intervienen en las obras, hallándose prevista la terminación de las mismas en el curso del próximo mes de abril.

Quedará así colmada una aspiración de muchos decenios y el Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza contará, al fin, con sede propia.

La inauguración de la sede

En enero de 1991, el editorial del Boletín núm. 120 da cuenta del funcionamiento del Colegio en la calle Don Jaime I y de la renovación parcial de la Junta de Gobierno consecuencia de las elecciones de diciembre de 1990 y que afectó a siete cargos, entre ellos los de Decano y Secretario.

Inauguración de la sede colegial
De izquierda a derecha Juan B. Monserrat, presidente de las Cortes de Aragón y futuro Justicia; Lorenzo Calvo, decano del Colegio; Hipólito Gómez de las Roces, presidente de la Diputación General de Aragón; Antonio Pedrol Rius, presidente del Consejo General de la Abogacía Española y José Ramón San Román, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Aragón.

Lorenzo Calvo Lacambra no se presentó a la reelección y fue elegido como Decano Carlos Carnicer, en fraternal competición con Enrique Laguna Aranda (“desarrollándose el acto electoral en términos ejemplares”, según consta en la memoria de 1990). Ambos candidatos anunciaron su propósito de retirarse para el caso de que Lorenzo Calvo se presentara a la reelección. De esta sucesión de actos dan cuenta las próximas imágenes, que proceden del archivo de Antonio Calvo Pedrós, gran persona, fotógrafo que fue del colegio… también del Real Zaragoza… y que Rosa Lahilla, su viuda, donó al Ayuntamiento de la ciudad, en cuya página web puede consultarse.

Relevo de decanos (25 de enero de 1991)

El brillante final de una etapa

Muy poco tiempo después el Ministerio de Justicia otorgó a Lorenzo Calvo la Cruz Distinguida de 1ª Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort, la orden al mérito jurídico fundada en 1944 (“la Raimunda” en términos coloquiales). Al acto de la imposición corresponde la siguiente imagen:

Antonio Pedrol impone la Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort a Lorenzo Calvo Lacambra con la ayuda de Carlos Carnicer en el salón de actos del Colegio.

La siguiente fotografía, captada momentos antes, tiene el interés de que tras Antonio Pedrol está Eugenio Gay, quien le sucedió en el cargo de presidente del Consejo General de la Abogacía Española desde 1992 a 2001. Luego fue relevado por el propio Carlos Carnicer, que estuvo quince años al frente de la abogacía institucional.

Lorenzo Calvo y Antonio Pedrol antes de entrar al futuro salón “Carlos Carnicer”. Tras ellos, Eugenio Gay, presidente del CGAE tras los mandatos de Pedrol.

Estas últimas fotografías concentran en un marco absolutamente familiar a nosotros grandes trayectorias de la abogacía institucional española. “Pasaron por aquí”, podríamos decir. En una futura entrega, menos urgido por el tiempo, hablaré de la expansión del colegio por las plantas superiores del edificio y por los locales comerciales de su planta baja.