Máster

Lucía Mª Molinos Rubio. Coordinadora Académica del Máster en Abogacía.

El pasado día 12 de marzo, el panel de expertos de la Agencia de la Agencia de Calidad y Prospectiva Universitaria de Aragón realizó la visita correspondiente a la renovación de la acreditación del Máster Universitario en Abogacía de la Universidad de Zaragoza. Con motivo de la visita profesores, abogados, egresados y alumnos pasaron por la Sala de Comisiones de la Facultad de Derecho para realizar las aportaciones que han contribuido a obtener de nuevo la acreditación de nuestra titulación. Esa misma tarde, en el despacho de la facultad, con dos profesores del Máster y los representantes de uno de los grupos de alumnos, intentábamos imaginar qué nos podía deparar la situación que nos decían se avecinaba; la verdad es que dos días después conocimos el escenario al que nos íbamos a enfrentar, nos lo proporcionaba el artículo 9 del Real Decreto, de 14 de marzo, por el que se declaró el estado de alarma para la gestión de la crisis sanitaria por el COVID-19, en referencia a las medidas de contención en el ámbito educativo y de la formación, cuyo contenido es del siguiente tenor: 1. Se suspende la actividad educativa presencial en todos los centros y etapas, ciclos, grados, cursos y niveles de enseñanza contemplados en el artículo 3 de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, incluida la enseñanza universitaria, así como cualesquiera otras actividades educativas o de formación impartidas en otros centros públicos o privados. 2. Durante el período de suspensión se mantendrán las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y «on line», siempre que resulte posible. Pese a que su artículo 3 nos indicaba que la duración sería de quince días naturales, pronto descubrimos que no sería así, y parece que la actividad educativa presencial todavía no sabe el tiempo que va a estar afectada.

Comenzamos esos primeros quince días, a los que les siguieron otros quince, otros tantos… y muchos de nosotros, por optimismo o por oposición, confiábamos en regresar a la situación anterior, a la normalidad a la que estábamos acostumbrados, pero se ha demostrado que tal hipótesis no estaba correctamente formulada.

Las dos primeras semanas fueron vertiginosas, nadie teníamos experiencia en coordinar, en impartir docencia ni recibirla, y pese a la dificultades -en algunas ocasiones resistencia- todos hemos realizado un esfuerzo encomiable para realizar la actividad de modo virtual, pues de otro modo la única opción hubiera sido dar por perdido el curso.

La formación previa de los profesores universitarios – grados, másteres, doctorado- para mantener las actividades educativas a través de las modalidades a distancia – como indica el artículo 9 del Real Decreto – era escasa, y pese a ello se ha conseguido que la docencia se impartiera.

Nunca podremos comparar la docencia presencial con la que hemos realizado en este periodo. La docencia on-line requiere adaptaciones en la metodología y en el medio empleado para transmitir los conocimientos que permitan a los alumnos adquirir las competencias propias de la profesión. Muchos de nosotros nunca habíamos empleado las aplicaciones que nos han permitido acceder a la docencia virtual, y hoy nos referimos a ellas como si las hubiéramos empleado siempre: hanghouts, google meet, zoom, youtube,… Los alumnos han seguido las clases, han cumplido con las indicaciones recibidas, en definitiva, han colaborado para que la docencia pudiera llevarse a cabo con las menores incidencias posibles. El profesorado ha demostrado que su compromiso con la docencia estaba por encima de las dificultades, en ello debemos seguir trabajando, es nuestra responsabilidad.

No quiero dejar de reconocer el trabajo realizado por las comisiones que se encargan de velar por la calidad de la titulación. A día de hoy se desconoce el escenario que nos depara el próximo curso, por eso nuestro compromiso con la excelencia de la docencia de nuestro Máster en Abogacía debe ser capaz de adaptarse a esta “nueva normalidad”.